Y la semana sigue pasando. Y llega el viernes, y con el, el primer examen de matemáticas. Lo mas seguro sus pensó.
Seis preguntas, dos problemas. Solo cinco respuestas. Vamos suspenso seguro.
Y las clases siguen pasando. Y llega la hora de francés, y la profesora nos pilla hablando a Alberto y a mí, la única clase que no comparto con Dennise. A Alberto le cambian, le quitan de mi lado, y me jodo, pero por otra parte me alegro. En clase…
-¿Noelia tu con quien te sientas?
-… Pues con nadie, me has quitado a Alberto. –Digo con tono de evidencia
-Ha si, es verdad. – Los chicos de la primera fila se ponen a hablar- Sergio me tienes hasta las narices de estar aquí adelante. Vete para atas con Noelia.
Y sin querer una sonría se dibuja en mi cara
-Pero como habléis mucho os separo.
Sergio se sienta a mí lado.
-Como te ha vacilado. Si hubiera sido tu la hubiera dicho. ¡No ves que me siento sola subnormal de mierda! No permitiría que te vacilase. – Y lo dice bajito. Y la hora pasa y llega la tarde y todos volvemos a quedar.
Sergio y sus dos amigos, Alberto, Dennise, Zahira, esta vez se une Alba y yo.
Los ocho en un parque cerca de la avenida. Sentados en un banco como podemos.
Unos arriba, otros abajo.
- ¡eh! ¡Vosotros feos!¡ Subnormales! ¡¿Qué hacéis aquí?!
Mario, un chico de segundo de ESO entra en el parque. Es el típico macarrilla del colegio. Rubio, enano, motivado, durillo… y siempre acompañado de chicos que intimidan.
-¡Subnormal tu! Yo al menos no me cambio de colegio por que no me quieren.- Los chicos siguen gritando de un lado al otro del parque. Estos y aquellos.
Un montón de palabras, insultos, adjetivos maleducados corren de un lado al otro del parque, hasta que ellos se hartan de esta distancia que nos separa y se acercan. A paso lento, intimidante, autoritario. Hasta que solo estamos a pocos pasos de distancia.
Mario y sus dos amigos. Nosotras apartadas en una parte del banco para no meterse en esa pelea que parece que se avecina.
-¡eh! ¿Que coño decíais de nosotros? ¿Pipas? ¿Subnormales? ¿Gilipollas? Haber si empezáis a aprender quienes son los pipas aquí.
Mario el jefe de su grupo, da otra calada a su Malboro y pone pose de duro.
-¿Haber que pasa, que ahora sois unos gallinas? – Mario nos mira uno a uno. Empezando por Alberto y terminando por Zahira.
-A mi no me mires. Que ninguna de las chicas hemos dicho nada. – Zahira la más valiente de nosotras mira sin miedo a Mario a los ojos.
- Ya se que vosotras no habéis dicho nada. – Señala a los chicos – Pero ellos si. Venga ¿alguno de vosotros me va a decir quien me ha llamado hijo de puta?
- Eh nosotros eso no te hemos dicho. No somos de esos que llaman putas a las madres. Tenemos respeto por las madres. No tienen la culpa de cómo les halla salido el hijo.- Sergio con un tono de chulería dice esa ultima frase. Vale no es por ponerme histeria, peor con esta gente el tono chulito no funciona. Creo que se avecina una pelea.
-¿Pero de que vas chaval? ¿Qué te crees el rey del mambo? Que te ago así…- el chico de la derecha de Mario enciende el mechero- … Y te quemo todo el pelo.
- No, te lo crees tú. – Dice Sergio por lo bajini para que no le oigan.
-¿Perdona?
-Nada que nos vamos a ir.
-Ya de aquí no se va nadie hasta que digáis quien nos ha llamado hijos de puta.- Mario vuelve a dar otra calada a su Malboro.
-Tu Dennise, toca la guitarra.
-¿Qué?
-¿Como que que? Que toques la guitarra- Vuelve a dar otra calada
-Que no la voy a tocar.
-¿Con esas estamos? Haber si ahora no la tocas… - termina su cigarro y se lo lanza a Dee en la sudadera, la sacude rápidamente con una mano y con la otra la estira pareciendo que toca la guitarra como quería Mario.
-¿Has visto que cuando quieres bien que la tocas? – Vuelve a ponerse serio – Me vais a decir de una puta vez, quien coño me ha llamado hijo de puta. Vamos sin miedo que hoy nadie va a morir.
- Que nosotros no os hemos llamado hijos de puta. ¿Cuántas veces os lo tenemos que decir? Vale todo aclarado así que nos vamos.
Pablo se levanta del banco e intenta irse. Pero Mario le agarra del polo y le vuelve a colocar en su sitio. Veo la cara de Pablo y se le nota que esta bastante asustado.
-De aquí nadie se va hasta que digáis quien nos ha llamado hijos de puta.
Me pongo a pensar. Pablo y Juan creo que no han abierto mucho la boca. Así que en todo caso ha sido Sergio o Alberto. Lo que me faltaba, que se pegases con cualquiera de ellos dos. Pero ahora que lo pienso… creo que ha sido Alberto el que les ha insultado.
-Que no os hemos dicho nada de hijos de puta. –Dice Juan con voz cansada.
Y de repente sin darnos cuneta un amigo de Mario esta detrás del banco, lleva un mechero en la mano. El mismo que el de antes. Lo enciende y se lo acerca a Juan por detrás.
-¡Juan cuidado!- Grito
Pero es tarde. Le prende el pelo, y menos mal que es de los largos y no le llega a tocar la raíz. La diminuta llama sigue corriendo por el pelo. Sergio a su lado la atrapa con dos dedos y la hace desaparecer dejando un olor a pelo quedado y un buen susto en nuestro amigo.
-¿Pero de que vais? ¡Que casi me quemáis el pelo! – Juan alertado grita mientras se toca su pelo por detrás.
Mario se ríe.
-Creo que esto era suficiente. No os pegaremos pero como nos enteremos de quien aya sido. Os llevareis una buena.
-Vámonos anda.
Y todos salimos del parque. Asustados y a la vez aliviados por salir limpios de ese enfrentamiento.
-Bua yo me piro a mi casa que estoy harto de estos mamones hijos de puta. Adiós- Y Alberto de va corriendo avenida arriba hasta su casa.
-Bueno, ¿Entonces nosotros que hacemos?
- Yo sentarme aquí que estoy bastante alterada. – Alba se sienta en las rocas que rodea la parte del cespe.
- ¡Joder no! Ya vuelven.
-Oye ¿como se llama el amiguito vuestro que se ha ido? ¿Alberto verdad? –Pregunta Mario
-Si ¿porque?- Dice Sergio
-Por que esta vez sí que nos ha llamado hijos de puta, y se va a llevar una gorda. Decirle que el miércoles le esperamos en la salida del colegio. Adiós
Y se van. Nosotros muertos de miedo, sin decir una palabra nos miramos todos a todos. Nadie rompe ese silencio que parece eterno. Solo se escucha la respiración agitada de Alba. Hasta que Zahi coje de la mano a Dennise y se la lleva corriendo calle arriba. Por el mismo camino que había hecho Alberto.